La decisión valió la pena al 100%
Fecha
Tema
Hace seis meses tomé una de las decisiones más emocionantes de mi carrera: salté del mundo apasionante y “prestigioso” del venture capital (VC) , directo a la montaña rusa de una startup. Como ya trabajaba muy de cerca con founders siendo asociada en un VC, pensé que sabía lo que me esperaba. Spoiler alert: no tenía idea. Ha sido mucho más intenso, desafiante y gratificante de lo que imaginaba.
Después de cuatro años analizando más de 4,000 startups desde el otro lado de la mesa, llegó un punto en el que el bichito de “¿qué pasaría si estuviera dentro de una startup?” ya no me dejaba tranquila. Y cuando conocí al equipo correcto, ese con el que de verdad sentí FOMO de no ser parte, supe que era el momento de tomar la decisión.
Trabajar en VC es saber qué está de moda antes que nadie, qué tecnologías están rompiéndola y cuáles son puro hype (aunque a veces te dejes llevar por él). Conversar con otros inversionistas es como estar en un episodio de Shark Tank pero sin cámaras y con más buzzwords: “¿Supiste de esa startup?” (que se escribe con Y y doble K por alguna razón). Suena divertido, y lo es, pero también puede volverse algo distante. Ves muchas ideas nacer… pero no las vives desde dentro.
Claro que extraño algunas cosas: estar al día con las tendencias de la industria, conocer fundadores brillantes cada semana, y ese networking infinito con amigos de VC y pitch decks por todas partes. Pero la decisión valió la pena al 100%.
Solo me tomó un día en Vambe para entender que no es un lugar para quedarse mirando, simplemente no hay tiempo. En este tipo de startups no hay job descriptions definidas: los roles cambian todo el tiempo y te metes donde se necesita, aunque nadie te lo pida, porque siempre hay algo urgente que resolver.
Y sí, puede ser intenso, pero también es increíble ver cómo cada aporte, por pequeño que sea, puede tener un impacto gigante en la startup.
Llegué con la idea de ayudar en todo para descubrir en qué área quería desarrollarme, pero terminé más confundida que nunca. Pasé por cobranza, presupuesto, recursos humanos, pricing y hasta ventas corporativas, algo que nunca imaginé, pero me tocó aprender por prueba y error.
Trabajar en Vambe fue un verdadero choque de realidad (del bueno). Acostumbraba a tomar decisiones con datos, acá muchas veces fue de guata y a mil por hora. Un día estás en una reunión estratégica y al siguiente definiendo precios para un cliente gigante o entrevistando a alguien urgente. Lo que hoy es prioridad, mañana quizás ya no.
Aprendí nuevas herramientas, viví en primera persona lo que cuesta adquirir un cliente y lo fácil que es que se vaya (y sí, ahora uso la palabra churn en mi día a día). Viví el sube y baja emocional de sentir que estamos construyendo algo gigante… y al día siguiente pensar que nada resulta. Pero siempre con el mismo motor: un equipo que empuja con ganas, buscando mejorar y hacer las cosas diferentes.
Vambe cambió mi forma de ver muchas cosas: la importancia del cómo se ejecuta, lo desafiante que es construir cultura desde cero y, sobre todo, lo poderoso que es rodearte de personas excepcionales que reman con todo en un mismo barco. Personas que creen en un proyecto, en unos founders apasionados que no se rinden y con visión clara de hacer de Vambe la mejor empresa de IA, no solo de Latam, sino del mundo.
No tengo la menor duda de que lo van a lograr.
Durante este tiempo conocí personas que me enseñaron muchísimo y me marcaron profundamente. Estaré siempre agradecida de Mati, Diego y Nico por haber confiado en mí y abrirme las puertas sabiendo que solo estaría unos meses antes de partir a un nuevo desafío. Me voy recargada de experiencias, aprendizajes, nuevos amigos y mucha energía para seguir cumpliendo sueños.
atte.
Pao